Es un tiempo en el que no debemos temer avanzar y encontrar que necesitamos seguir afinando muchas cosas de nuestra vida que tenemos desafinadas, porque no hacemos el bien, no buscamos estar tiempos con Jesús, porque no compartimos o somos egoístas…
Con Jesús que nos da la Clave, sabemos que la melodía sonará a la alegría y la esperanza de la Pascua y que esa alegría no se acabará jamás.
Cuarenta días de camino interior que lleva a la plenitud de sentirnos amados por un Dios que apuesta por el ser humano. Por eso, Cuaresma es sinónimo de transformación, de seguir la invitación de Jesús a Nicodemo, para nacer de nuevo en el Espíritu.


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